Este proyecto de reforma integral significó partir de cero y crear nuevos espacios desde la nada, una auténtica aventura en cada centímetro de esta vivienda de 47 metros cuadrados. La optimización de cada rincón fue nuestro desafío principal.
La presencia de una terraza y la abundante luz natural fueron aliadas clave en este ático, donde los aislamientos jugaron un papel fundamental en el aspecto técnico del proyecto.
La distribución del espacio se dividió entre salón, zona de trabajo, comedor y cocina integrada, un dormitorio y un amplio baño que incluye un espacio para la lavandería. El suelo de la vivienda en tonos robles simulando madera se complementó con cerámica de estilo hidráulico en la cocina y el baño para añadir un toque de color y personalidad.La cocina fue un proyecto especialmente significativo, al estar integrada en el salón buscábamos mantener una coherencia estilística. Optamos por tonos blancos, incorporando estanterías de madera para romper con la homogeneidad, y destacando un alicatado en verde mate que se convirtió en el verdadero protagonista. En el baño, la combinación de alicatados en azules y blancos, junto con grifería y accesorios en negro, aportaron un toque único y especial al ambiente.